El verano pasado, qué rápido han pasado 7 meses, descubrí que los ruidos que me aislaban del ruido de los coches era el ruido de la lluvia o un río corriendo o escuchar a mi abuela trastear en la cocina. Los días que había tormenta, me encerraba en la habitación a leer y me concentraba mucho mejor. Me parecía que el capítulo mejoraba muchísimo.
Eso me llevo a pensar en lo maravillosos que son esos simples ruidos.
Te propongo que cuando vuelva a llover, te quedes en silencio y hagas algo relajante como leer o dibujar.
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